​La solución suena sencilla: “Ponernos en acción”, pero se convierte en una fórmula muy compleja cuando involucramos todos los condicionamientos que hemos recibido de nuestro entorno familiar, social, escolar, religioso y de todos aquellos ambientes donde nos desarrollamos desde niños y en el transcurso de nuestras vidas. Todas esas experiencias van formando nuestra personalidad y van forjando nuestro carácter, pero también van generando creencias negativas, traumas y patrones inconscientes que nos limitan a alcanzar nuestro máximo desempeño.



Ese es el trabajo del coach; ayudarnos a descubrir esos elementos inconscientes que nos impiden ponernos en acción y ayudarnos también a encontrar las cualidades personales y los talentos que nos permiten crear nuevas estrategias para alcanzar la vida que queremos en todos sus ámbitos:  el personal, el familiar, el laboral, el social, etc.  Así como llevamos un auto a servicio de mantenimiento, o vamos con un médico a hacernos revisiones de nuestra salud física, así es necesario también que revisemos lo que traemos en nuestra mente, tanto consciente como inconsciente; es darnos un servicio no sólo físico, sino mental, emocional y hasta espiritual. Todo tu “ser” funcionará mejor y a su máxima potencialidad.

 

El coaching NO debe ser un ejercicio simplemente de cómo retroalimentar a los demás; de decirles lo que nosotros pensamos qué es bueno para ellos o consideramos equivocado. El coaching es un proceso de apoyo a la persona para que entre en un estado de reflexión que le ayude a conocerse a sí misma, a encontrar sus propias respuestas y diseñar sus propias estrategias de acción para alcanzar sus metas. Herramientas de Programación Neurolingüística, Neurosemántica, Coaching Creativo y Coaching Somático están diseñadas para cumplir con ese propósito.